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Carlos Gatti, dueño de Salón Araucanía, amante del jazz y músico él mismo.

Este viernes 26 el Salón Araucanía cumple 7 años y lo festeja

con un concierto del Julio Moreno Trío y una jam session.

Todos invitados.

Los refugios del jazz y de la buena música son propietarios de ese condimento: el afecto de los artistas que se dejan llevar por la admiración de un público excepcionalmente cercano.
Hace ya siete años que el Salón Araucanía viene coleccionando anécdotas entrañables. Y lo festeja como debe ser: a lo grande en un espacio pequeño aunque lleno de energía.
Hablando de anécdotas, está la que cuenta emocionado su dueño, Carlos Gatti, de cuando Miguel Cantilo descubrió entre el público a Pedro Aznar, quien andaba de vacaciones por Bariloche, y a la vuelta del intervalo entonaron juntos el clásico “Catalina Bahía”. Más de cien personas festejaron la breve sociedad bajo la noche patagónica con reverencial silencio y, al final de la versión, aplausos y gritos emocionados.
“Todavía se me eriza la piel”, me cuenta Gatti una tarde gris al interior del salón. “La idea nació como una prueba. Armamos el local con mi mujer y dijimos ¿por qué no probar?”, y Gatti probó con uno de los sueños de su vida, un espacio para la música y el arte en general. Gatti es arquitecto y un músico de alma que se desempeña con soltura en el piano. “Ahora no toco partituras, toco para mi, improviso”, dice.
Hoy el salón puede albergar a unas 100 personas sentadas y tiene un pequeño tesoro en el escenario, un piano de semi cola Blüthner. Por aquí han pasado ciclos teatrales y de cine y, por supuesto, músicos como Lisandro Aristimuño, Santiago Feliú y Raly Barrionuevo, entre muchos otros que incluyen a destacados exponentes que viven en la ciudad como el pianista Hernán Lugano y Carlos Casalla. De hecho, la semana pasada hizo su presentación la Banda Atómica que lleno el lugar.
Este viernes 26, el salón, que tiene una estética inspirada en las antiguas estaciones de trenes (de ahí el nombre original: Estación Araucanía), explica Gatti – “donde la gente se encontraba por un rato tal vez a charlar y tomar un café” –  albergará un espectáculo acorde a la fecha. Se presentará el prestigioso Julio Moreno Trío, liderado por el guitarrista argentino radicado en Brasil. Junto él estarán Federico Ursino en batería y Federico García del Cerro.
Julio Moreno lleva 18 años en Brasil y en la actualidad es además el guitarrista de la reconocida banda “Mil Milhas” en Salvador de Bahía. En paralelo, ha tocado junto a Daniela Mercuri y Timbalada.
Al finalizar el concierto, y siguiendo con los festejos del 7º aniversario, los organizadores convocan a los músicos que quieran sumarse con sus instrumentos, y al público, a participar de una jam session.
Las entradas están a la venta en Mitre 515 y Av. Bustillo km 11,500.

La música de Julio Moreno Trio

Estación Araucanía

Se tiene por costumbre adjudicar ciertos hechos fantásticos a los magos. Aunque una cosa es adivinar una carta y otra, hacer volar un caballo por los aires. Tampoco es un asunto menor colgar a un grupo de actores de una estructura y coordinar una compleja coreografía de ballet aéreo.
Mariano Sebesta desde hace más de veinte años viene macerando ideas que no estaban en ningún lado. Este artista incalificable ha logrado refundar aquella máxima que indica que no hay nada nuevo bajo el sol.
Sebesta tiene un secreto que explica el origen de su particular talento. Entre ambos hemisferios guarda la “máquina de desmitificar cosas”.

–¿Eso quiere decir…? –le pregunto un día en su casa de

Bariloche, instalados alrededor de una torta de chocolate que

ha cocinado su esposa.

–Quiere decir que, por ejemplo, yo veo este celular que está aquí sobre la mesa y sé que, si me pongo, lo desarmo y entiendo cómo funciona lo armo de nuevo. Me pongo las pilas y allá voy. Creo en la imaginación sin límites.

Mariano Sebesta inició su carrera artística de un modo no artístico. Desde joven fue un practicante del montañismo y la escalada. Sus conocimientos técnicos lo acercaron a grupos teatrales que buscaban innovar en su oficio. Pero innovar en serio. Fue así como se contactó con la legendaria Organización Negra, una suerte de comunidad creativa que rompió todos los moldes expresivos en la Buenos Aires de los 80, y luego con De la Guarda, el grupo de teatro aéreo que ha recorrido el planeta con sus imponentes espectáculos y que no necesita mayores presentaciones. Entre ambos proyectos Sebesta dejó casi una década de su vida. No fue en vano.

Arrancar por el delirio

–Con estos grupos tuve un quiebre. Y, aunque dar saltos puede ser atemorizante, al final uno entiende que son necesarios para hacer tu propia vida. Para hacer cosas debes arrancar por el delirio, después ves. Pero hay que arrancar.

“Hubo un tiempo en que el teatro aéreo como concepto estético no existía”. Lo recuerda hoy Mariano, una época en la que ver gente disparada por el aire no resulta tan extraño.

–El Cirque du Soleil lo ha tomado. No lo hacía antes.

–Fue realmente original.

–Sí, y De la Guarda se centró en el lenguaje de las técnicas del aire. Ahí había una innovación y parte de su éxito tiene que ver con esto. Es algo que nadie había visto hasta entonces. Esta técnica se desarrolló como una estética. Claro, al principio no era lo que se ve hoy. Era otra cosa e hizo falta mucho camino, productores, sistematización del trabajo, viajes, para lograr el De la Guarda que se hizo famoso.

Sebesta ha cambiado. Ha mudado de piel. Del montañismo a las técnicas de escalada, a la integración de estas técnicas con propuestas artísticas teatrales, a la interpretación aérea y, ¿finalmente?, al teatro del cielo.

–¿Soy un artista? Es una pregunta que me han hecho o me ha rondado. Y la verdad es que no me preocupo mucho por eso.

–Ayudaste a construir un concepto teatral. Fundaste una

compañía específicamente de teatro aéreo que es muy

reconocida hoy en día y fuiste un miembro esencial del grupo

Kasalamanka, que marcó un hito en la historia del teatro

alternativo en Bariloche en particular y en la Patagonia en

general. Ahora mismo te han pedido que organices

coreografías para artistas latinos en multitudinarios

escenarios, diriges, escribes, diseñas estructuras y escenas y

le diste una manito con la ambientación de las luces a Ricky

Martin cuando hizo su entrada triunfal al estudio de Susana

Giménez. ¿Eres un artista? (risas)

–Soy alguien con un cachito de locura y un poco de soberbia. Para ciertas cuestiones el límite no tiene que estar. Es cierto, hice volar un caballo pero era un caballo de material. Y voló durante la Fiesta del Sol en San Juan y fue hermoso. Y pusimos 50 actores-bailarines en el aire. Soy… –hace una pausa que, uno puede intuir, lo sumerge en un juego de espejos donde las imágenes explotan– a veces, en medio de una estructura, de las luces, los actores por el aire, diseñando climas, me viene a la cabeza otra pregunta: ¿a qué era que me dedicaba? Es razonable que ocurra.

–Es que todo empezó hace un tiempo y de una forma tan

distinta…. La escalada, La Organización Negra, De la Guarda,

Kasalamanka.

–Con Kasalamanka tuvimos un tiempo entrañable. Hicimos cosas que nadie ha hecho en esta ciudad. Usamos una grúa, nos colgamos y provocamos un flash en la gente. Y también animamos con puestas las fiestas de los chicos que venían de todas partes a pasar sus vacaciones de fin de grado.

¿Vendrá de arriba?

–¿Qué sensación te dejan aquellos chicos en el final de la

adolescencia y para los cuales seguís trabajando?

–Son divinos. Son personas muy puras y, claro, tienen mucho miedo y necesitan un poco ese golpe de efecto. Por eso festejan y gritan. La respuesta que tenemos con ellos es excelente.

Sebasta durante años amenizó, como parte de los Kasalamanka, las noches de los grupos de estudiantes que se arremolinaban en las más concurridas discotecas de Bariloche. Una vez que el sobresaliente conjunto teatral llegó a su fin, se quedó con la organización de estos shows de teatro aéreo que transcurren durante la temporada de viajes cada noche a eso de la 1 de la mañana. Es un show más bien corto pero muy potente y divertido.

En la actualidad Mariano dirige la compañía de teatro aéreo “Vendrá” (“Se inspira en un recuerdo, cuando con Kasalamanka cerrábamos un ciclo y decíamos ‘¿Y ahora qué vendrá?’. Y yo pienso siempre en que algo vendrá, pero ¿de dónde: de arriba, de abajo, de dónde?”), con la que, por ejemplo, encara desde hace dos años una parte del espectáculo de la de por sí espectacular Fiesta del Sol de San Juan.

–Buscamos sorprender pero también ser responsables. Esto no es tan simple como colgarse del aire y listo. Está comprometida la seguridad de los artistas. A veces me pasa en los castings que viene un chico joven, por lo general bien entrenado, con conocimientos de escalada y que se muestra muy seguro de sí mismo: “Sí, lo tengo, OK, OK, sí lo entiendo” y cosas por el estilo. Cuando esto me sucede sé que puedo tener un problema. Lo que hacemos es atractivo pero requiere de prudencia y no de una osadía que pueda terminar en un accidente.

–Y te enfrentas a un público que lo vio todo.

–Hubo un tiempo en que bastaba con los juegos de luces para provocar algo. Hoy el público está acostumbrado a ver superproducciones en el cine. Pero siempre necesitarás talento colgando del aire. Y que la idea funcione dentro de un contexto. Una puesta pensada y desarrollada con talento.

–¿Estás detrás de un nuevo tipo de artista? Digo esto porque

los actores que trabajan con vos son, además de actores,

bailarines, acróbatas, escaladores, no sé, son muchas cosas.

–Sí, no es fácil encontrar las personas justas. Busco más a un performance, alguien que pueda interpretar un papel pero que no necesariamente sea un actor. Su raíz puede ser otra, un profesor de educación física, un bailarín. Un tipo que pueda navegar entre distintas disciplinas. El teatro que hemos visto con De la Guarda y Fuerza Bruta tiene una relación más cercana con la gente. Lo mismo ocurre con lo que hace La Fura dels Baus. Hay una interacción distinta. La obra hace sentir al espectador que él es parte. Y es genial que así sea porque es parte, como que sí, que vos lo podés hacer, pero al mismo tiempo hay una realidad y es que para hacer “eso” y hacerlo bien tenés que laburar toda la vida.

Las luces de Ricky

–Hablando de la vida, de San Juan a Puerto Rico… porque

también trabajas con estrellas latinas de la canción.

–Se trata de una oficina de representantes ubicada en Puerto Rico. Me contactaron a través de un conocido. Básicamente es eso. Ellos tienen una carpeta de grandes artistas y trabajan en distintos aspectos de sus carreras. Hace poco colaboré con Ednita Nazario, una famosa y muy querida artista del Caribe. Hicimos una secuencia de teatro aéreo para su show, que era multitudinario.

–Tú, un amante del folclore argentino y de la música

experimental, comenzaste a adentrarte en las letras

románticas.

–Las escuché hasta que en un momento les encontré un sentido y me di cuenta de lo profundas que podían ser. Recuerdo que en un momento estaba trabajando y viene Ednita y me pregunta: “¿Te pasa algo?”. Y yo: “Nada, estoy muy bien”. Y ella: “Tienes hijos, ¿no?”. Y ahí nos pusimos a hablar de los hijos, de nuestras vidas, y fue muy hermoso. Una gran artista y una gran persona.

–¿Y cómo llegas a Ricky Martin?

–Necesitaba ambientación en el programa de Susana Giménez. Fui a Buenos Aires para ver qué era lo mejor para él. Cuando trabajo para un show, en materia de ambientación o luces, es como si hiciéramos una pequeña obra de teatro para cada canción.

–¿Y lo nuevo?

–Es un proyecto en el que vengo trabajando desde hace mucho tiempo donde se combinan la música folclórica argentina con música alternativa, de todo tipo. Un mix muy rico. No puedo adelantar demasiado, sólo que tendrá algo de circo, teatro, baile y que quiero mover todo de un lado a otro. Cuando llegue a un lugar espero poder decir: “Sólo necesito un enchufe para ponerlo en marcha”. Vendrá, de la incertidumbre nace la esperanza.

Publicado originalmente en diario “Río Negro”

Más fotografías de los trabajos de Mariano Sebesta